jueves, 25 de septiembre de 2014

Fragmento de Prometeo encadenado, de Esquilo


Prometeo, un titán preocupado y previsor, había engañado a los dioses haciendo que recibieran la peor parte de cualquier animal sacrificado y los humanos, la mejor. Además, había robado el fuego sagrado para entregárselo a los mortales. Por eso, y porque poseía el conocimiento profético de quién derrocaría a Zeus,
un día, es castigado por el dios.
La desgracia de Prometeo
CORIFEO: Revélanos todo y danos a nosotras tu información: ¿En qué culpa te ha hallado Zeus para castigarte tan infame y amargamente? Explícanoslo, si es que no te lastima el contarlo.
PROMETEO: [...] En cuando a lo que me preguntáis, el motivo por el que me ultraja de este modo, ahora os lo aclararé. Apenas se sentó en el trono de su padre, empezó a repartir prebendas a las divinidades, unas a unos y otras a otros, y organizó su imperio. Pero de los apurados mortales no tuvo ninguna consideración,
sino que deseaba, tras aniquilar su raza entera, producir otra nueva. Y a esto no se oponía nadie más que yo. Y yo, con mi audacia, libré a los humanos de caer,
aplastados en el Hades. Por eso estoy doblegado bajo tales tormentos, dolorosos de sufrir, penosos de ver. Por haber preferido la piedad hacia los mortales, no
fui considerado digno de obtenerla, sino que sin la menor compasión estoy así sometido, espectáculo infamante para Zeus.
Esquilo, Prometeo encadenado, 193-241
(traducción de Bernardo Perea Morales)

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